Compartimos la historia de tres papás que le han inculcado la pasión del deporte de sus amores a sus hijos.
Nelson Camacho
Originario de Cuilapa, Santa Rosa; inició a jugar básquetbol a los 10 años en la categoría de mini baloncesto y eso lo llevó a participar en varios torneos a nivel departamental. Continuó el ascenso a las categorías superiores al lado de su hermano mayor, Walter Camacho, quien fue su gran ejemplo a pesar de solo tener un año más de edad.
A los 16 años, formó parte del cuadro que representó a Santa Rosa en las finales nacionales a nivel juvenil que se celebraron en Cobán. Terminó con el título de campeón y fue premiado como el máximo reboteador. Su gran actuación le dio el boleto para formar parte de la Selección Nacional de Guatemala.
Durante su carrera en el baloncesto nacional mayor, dejó huella en los conjuntos de Cuilapa, Chiquimula y Barberena; con este último consiguió dos títulos en 2011 y 2015.
Es padre de Olaverr, Lourdes, Diana y Juliana Camacho; los cuatro continuan el camino de su papá y juegan al baloncesto, dos de ellos en el extranjero. Durante dos años tuvo la oportunidad de compartir la cancha con su hijo Olaverr en el equipo Force, que participa en la Liga Metropolitana de la Asociación Departamental de Baloncesto de Guatemala, fue una experiencia que lo marcó. “Para mí, es una locura jugar al lado de mi hijo. Es algo que un grande como LeBron James ha soñado, imagínate como me sentí yo».
Olaverr y Lourdes también han formado parte de las selecciones nacionales, algo que le genera nostalgia y orgullo. «Cuando los veo con esa camisa y con esos colores, dan ganas hasta de llorar», nos contó Nelson.
Helmut Esquivel
Inició su carrera en el baloncesto a los 18 años a finales de la década de los 80. Su primer contacto con la Selección Nacional de Guatemala llegó por medio de un proceso de preselección en 1992 a los 21 años, pero fue hasta 1996 que se ganó un puesto en el roster de 12 jugadores.
Su estadía en la Selección Nacional terminó en 2002 y fue una sensación única. “Fue muy motivante, es toda una experiencia salir de tu país e ir a jugar contra otros jugadores y hacerte amigo de ellos”, nos contó Esquivel.
En la Liga Nacional, perteneció a los quintetos de Escuintla y Huehuetenango. Actualmente participa en la categoría de maxibaloncesto. «Me he esforzado y he tratado de hacer las cosas bien para que me recuerden como un jugador que fue bueno», declaró.
Es padre de Judith, Jessica y Helmut; quienes desde temprana edad mostraron preferencias por jugar baloncesto al igual que su padre. «A Helmut lo enrolé desde los 7 años, empecé a entrenar con él. Fue curioso porque le gustaba el futbol y básquetbol, le dije que escogiera uno de los dos y que cualquiera que él eligiera lo iba a apoyar. Un día me dijo que le gustaba más el basket», nos contó Helmut.
En 2015 comenzó su aventura de dos años jugando al lado de su hijo en el club Force de la Liga Metropolitana. “Fue una experiencia excelente. Creí que no iba a hacerlo, me motivé para mantenerme bien y poder estar en la cancha con él”, concluyó Esquivel.
Manuel Jerez
Se ha destacado como jugador, entrenador y dirigente. Su carrera deportiva la empezó a los 7 años en la selección de mini baloncesto en Chimaltenango. Su etapa como jugador se extendió durante 25 años, en donde ganó múltiples torneos juveniles con la selección de su departamento y con sus equipos en la Liga Metropolitana.
Como entrenador consiguió el tricampeonato de la Primera División de la Liga Nacional, en 2017, 2018 y 2019. “Para mí es un gran orgullo ser tricampeón y a la vez, un gran compromiso; llegar arriba es fácil, pero mantenerse es lo difícil”, nos contó Jerez.
Es padre de Manuel, Edgar, y Rubén Jerez; los tres empezaron a jugar baloncesto de una manera natural. «Me acompañaban a entrenar, arbitrar o dirigir, ellos prácticamente crecieron en un entorno lleno de baloncesto y le tomaron mucho amor”.
Sus hijos han contado con sus enseñanzas durante casi toda su vida dentro y fuera de las canchas. Manuel los ha dirigido desde las categorías formativas hasta convertirlos en múltiples campeones con Chimaltenango en la máxima categoría de la Liga Nacional. «Se mezclan muchos sentimientos, en la casa son tus hijos pero en la cancha son tus jugadores. Entendimos que teníamos que ser profesionales. No todo fue color de rosa pero valió la pena», nos contó Jerez.
«Yo me siento realizado como padre y como jugador, muchos quisieran que sus hijos practicaran el deporte que a ellos les gusta y a veces no se da. Es un sentimiento bien bonito porque estamos compartiendo lo mismo y eso es algo que nos ha unido bastante», concluyó Manuel.